Soportando el peso de los segundos que recorren formando una pequeña brisa junto con las corrientes del pasado y del futuro que hacen perder el equilibrio se encuentra ella. Allí donde los pies no aguantan más, donde los sentimientos intentan salir por cada uno de los poros de la piel, donde el pelo le ciega por el movimiento que genera en ellos el viento, donde el sol quema y la lluvia moja. Allí donde las corrientes cambian de dirección, de sentido, de objetivo. Donde el "hasta siempre" y el "hasta nunca" se alternan de forma intermitente. En aquel lugar en el que está claro que el amor termina haciendo daño, pero que no se puede vivir sin amar, sin soñar en esta vida. Por ello la vida duele, cansa, e incluso tienta a fallar.